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Proyecto Emprendimiento Femenino

El reto de ser mujer y empresaria en el mundo rural

 Si emprender es difícil, ser la tercera generación de una empresa familiar no lo es menos. Ruth Lázaro nunca quiso dedicarse a los negocios, pero la responsabilidad familiar pesó más que su vocación y cuando su padre tuvo que apartarse del trabajo, ella tomó las riendas, pero necesitaba formación y orientación y la encontró en el proyecto "Emprendimiento femenino en sectores emergentes" de la Fundación INCYDE, dentro del Programa de Igualdad de Género de los EEA Grants.

21.07.2014

“Yo estudié Trabajo Social, Psicología, Sociología, nada relacionado con la empresa, por eso cuando llegué a la compañía me encontré con que no tenía un plan”, explica Ruth. Así que empezó a formarse según las responsabilidades que iba asumiendo. Primero, Producción, después Calidad, luego I+D+i… y ahora con su padre ya mayor, la Dirección General de Taisi, una empresa dedicada a la fabricación de conservas de frutas que ya va por su tercera generación. Todo un reto porque debía renovar la empresa sin perder su esencia para garantizar su continuidad en el tiempo y los puestos de trabajo que de ella dependen.

En su búsqueda de formación encontró el proyecto Emprendimiento femenino en sectores emergentes, promovido por Incyde y financiado por los EEA Grants. El proyecto, que está a punto de iniciar su segunda edición, incluye un training y seguimiento para mujeres que quieran crear su propia empresa o ya tengan una pero necesiten un Plan de Negocio. En el caso de esta joven empresaria, al hándicap de ser mujer se le unía el de vivir en una zona rural, en Calatayud, un pueblo de la provincia de Zaragoza. “Aquí llegan pocas cosas, así que no lo dudé cuando me surgió la oportunidad de apuntarme”, señala.

 “Me gustó mucho el programa del curso porque era muy práctico y completo, con formación sobre todas las áreas de la empresa”, explica Ruth Lázaro. La experiencia fue muy positiva. “Me sirvió para aprender cosas y para tener otra visión de mi empresa porque además de las clases que eran muy dinámicas, había tutorías personalizadas en las que te orientaban sobre tu caso concreto”. Además, le permitió crear sinergias con otras participantes con las que sigue en contacto. La única pega: “Se me hizo muy corto”.

Este tipo de proyectos son una gran oportunidad y yo pediría que los acerquen a las mujeres y al mundo rural, porque estamos muy solos”, explica Ruth Lázaro. De momento, esta directiva aragonesa se declara orgullosa de su empresa, que da trabajo a unas 50 personas de forma directa y a muchas más de forma indirecta, y con muchas ganas de seguir adelante pese a las dificultades.